viernes, 5 de septiembre de 2008

Foro social del norte

Foro social del norte

Publicado en PALABRA SEPT. 05-08

Rosa Esther Beltrán Enríquez

El País vive atravesado por una ola inmensa de inseguridad, de miedo y de violencia, con ello la impaciencia ciudadana también crece y se irrita ante la falta de resultados y la ineficacia de los gobiernos a todos los niveles.
Fue necesario que la violencia llamara a la puerta de las elites empresariales, el asesinato del hijo de la familia Marti, para que el gobierno federal apareciera y convocara a la firma del Acuerdo Nacional por la Seguridad, la Justicia y la Legalidad, el que incluye 74 medidas, que ya se ha dicho hasta la saciedad por la comentocracia, muchas de ellas están metidas ahí con calzador, sin la menor posibilidad de hacerse realidad, pero los mexicanos estamos acostumbrados a recurrir al beneficio de la duda y esperar, esperar a ver si ahora sí los políticos hacen su tarea.
La inseguridad está penetrando como la humedad, en todos los niveles de la sociedad mexicana, de manera que ayer reconoció el secretario de Hacienda que está frenando el crecimiento de la economía en un monto aproximado de 10 mil millones de dólares ya que afecta negativamente el desarrollo nacional.
La gente está inquieta, preocupada, hay quienes recomiendan que la solución está en nuestra manos que eliminemos todos aquellos actos que impliquen faltar a la legalidad de nuestra parte, que si queremos cambiar al país todos hagamos un esfuerzo por vivir con ÉTICA, pero esas recomendaciones no incluyen a los políticos y funcionarios del aparato disque de justicia, que junto con la delincuencia organizada son la díada más peligrosa en este País.
También hay gente que piensa que la solución debe venir del Estado y sólo de él, que los ciudadanos para eso les pagamos, y es cierto, pero, hasta ahora, en todas las sociedades que viven etapas de crisis, la intervención de los ciudadanos exigiendo y proponiendo resultados, obligan a los funcionarios a buscar planes y medidas eficaces que amortigüen los efectos letales de las convulsiones sociopolíticas.
Desde hace mucho tiempo estoy convencida de que la vía para mejorar y logar cambios benéficos para la colectividad, es a través de la exigencia y la participación, nuestra historia está llena de ejemplos de que los mexicanos le hemos arrancado al Estado las modificaciones para lograr un mayor bienestar socioeconómico y político, los acontecimientos emblemáticos fueron por supuesto, el movimiento de Independencia de 1810, la Revolución Mexicana y el movimiento del 68 que por cierto, en 25 días conmemoraremos 40 años, en todos, fue necesario que muchos ofrendaran su vida para lograr los objetivos de las movilizaciones.
Ahora estamos en otro momento de la historia, nadie en su sano juicio, desde la sociedad civil apelaría a la lucha armada como un medio para combatir la inseguridad pública. Pero lo que si está en nuestra mano hacer es analizar, establecer diagnósticos precisos de las situaciones de violencia física o institucional que padecemos y exigir, exigir, exigir a voz en cuello a los responsables, a quienes deben aplicar la ley, que ésta se cumpla, de manera que las violaciones a los derechos humanos que se han convertido en el pan de cada día, sean sancionadas debidamente.
No podemos seguir tolerando la impunidad, la falta de castigo y sanción a quienes delinquen y la omisión o complicidad con delincuentes de los que tienen por ley el mandato de diseñar políticas que alivien a los más desprotegidos, en este caso, migrantes, mujeres, adultos mayores, las y los niños, discapacitados y tantos otros que viven en la indefensión.
Tenemos todo el derecho de exigir paz, así como el rediseño de la política desde una perspectiva humanística, ética y solidaria. El Foro Social contra la impunidad y la violación de los derechos humanos que se verificará mañana en el Seminario Menor (Calzada Antonio Narro # 1450), será un espacio que desde la sociedad civil y de las iglesias progresistas permitirá avanzar en esa dirección porque la paz y la justicia se construyen, no son dádivas de nadie, hay que ganarlas.

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