domingo, 3 de agosto de 2008

La Comunidad Artística

Rosa Esther Beltrán
Publicado en Palabra el 1º de Agosto

La semana pasada recibí en mi correo electrónico
una carta que más de dos decenas de teatristas de
Saltillo enviaron al Alcalde interino Jorge Torres
López, en ella manifi estan al Edil la expectativa de que
con su arribo a la Presidencia Municipal de Saltillo, a la
política cultural del municipio se le imprima una nueva
orientación como instancia promotora de un verdadero
desarrollo cultural.
Nuestros artistas aseveran que, para ellos, la cultura
y el arte son un patrimonio de la sociedad y sus
creadores, por lo que enfatizan su interés de que la política
cultural municipal se ciudadanice y con ello se
otorgue el reconocimiento de esa comunidad artística
y cultural de manera que sean integrados en el diseño
y en la toma de decisiones que en esa materia realiza
el Municipio.
Los teatristas reclaman también que en este municipio
sólo se les convoque durante las campañas electorales,
para después ser ignorados o hasta despreciados.
Igualmente, señalan que el Ayuntamiento tradicionalmente
se concentra en la organización de un festival
anual, infi ero que se refi eren a "Viva Saltillo", el que va
más allá de su segunda década; comentan que las autoridades
publicitan de forma exagerada a los artistas nacionales
o extranjeros y en cambio a los locales se les discrimina
tanto en esto como en las remuneraciones que para
los fuereños son generosas, a pesar de que la calidad
de los locales es mayor.
La carta de los artistas me sugiere que el malinchismo
cultural y artístico de las autoridades municipales, es
moneda corriente, es parte de la mentalidad dominante
excluyente que considera que la cultura local es pobre,
que tiene muy poco que ofrecer a la sociedad saltillense
para el disfrute de su tiempo libre y que la calidad
viene de fuera.
Por lo general, las instituciones locales que organizan
y promueven la difusión de la cultura no son incluyentes,
por lo que su política en este ámbito suele
ser discriminadora y miope, ya que no se toma en
cuenta que la divulgación de los valores espirituales
que portan las actividades artísticas y la creación
de espacios que los pongan al alcance de los diversos
grupos sociales, debieran ser una de sus estrategias
prioritarias.
Los teatristas locales proponen al Alcalde interino
un conjunto de medidas tendientes a modifi car el panorama
de abandono y exclusión que viven los grupos locales
de artistas, a fi n de superar la cultura alienante que
promueve la industria del espectáculo y la mayoría de los
medios de comunicación electrónica, de manera que se
haga evidente un Sí de este gobierno municipal a un arte
de calidad, un No a la cultura chatarra y a la seducción
política de las masas a través de una estrategia del "pan y
circo" para el pueblo.
La comunicad de artistas saltillenses proponen que
esta administración los tome en cuenta de manera sistemática,
formal y permanente mediante la creación de
un consejo ciudadano municipal de cultura realmente
operante; que la cultura se considere como un sector
de la administración pública municipal con presupuesto
propio, de manera que comprenda un plan con programas
específi cos a cargo de saltillenses. Que se instituya
el Fondo Municipal para la Cultura y las Artes que
apoye los programas y proyectos culturales a mediano y
largo plazos.
Aunque la carta contiene otras propuesta, mi espacio
se termina y deseo felicitar a los suscribientes; conozco
a muchos de ellos y su lucha y sus logros por construir y
ganar espacios en la cultura local.
Me parece que en una entidad cruzada por la diversidad
y los distanciamientos regionales es prioritario
construir lazos simbólicos y sentidos de pertenencia que
acentúen la conciencia de ser y formar parte de una comunidad
municipal y estatal. La política cultural suele estar
colocada en el último lugar, si es que existe, de las estrategias
municipales o estatales, ignorando que es crisol
de símbolos que estimula la creatividad de las artes y democratiza,
en buena medida su acceso a ellas, por lo que
su estímulo no debiera postergarse y desterrar, sí, la gestión
cultural como un ejercicio de escritorio, burocrático,
marginado de las necesidades de la sociedad local y
de sus grupos artísticos.

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