En Secuestrolandia hay una reñida competencia para ver qué autoridad hace mejores promesas. Los Pinos ha formado un cuerpo especial de policías federales tecnologizados que para atender denuncias recorrerá el país, y ha promovido con entusiasmo electoral la aporreada tesis de la cárcel vitalicia. Por su parte, Plaza Marcelo anuncia cambios de etiqueta (de un golpe científico, los judiciales pasarán a ser investigadores), fuerzas selectas y atractivas recompensas.
Organizaciones empresariales, cívicas y de influencia clerical, a más del gobierno calderónico (el secretario Mouriño expresó que el club de Los Pinos respalda y apoya esta iniciativa), se esfuerzan por revivir las escenas de la marcha blanca de 2004. Centrados en el caso Martí, esos grupos organizan una marcha del Auditorio Nacional al Ángel de la Independencia, en la ciudad de México, el próximo sábado 30 por la noche, en silencio y con velas votivas. Habrá actos similares en Guadalajara y Monterrey. El “movimiento de expresión ciudadana” se llama Iluminemos México ... y pretende que los ciudadanos, sin distingo de partidos ni ideologías, se manifiesten para que las autoridades pongan freno a la inseguridad pública. En una especie de declaración de principios, la convocatoria luminaria plantea que la nación debería estar por encima de cualquier interés particular, pero “el problema es que esto se nos olvidó, lo dejamos en el camino. ¿Cuándo? No lo sé. Pero qué importa. Hay que retomarlo”.
Aun cuando la porción de responsabilidades del gobierno capitalino es importante, resulta innegable que la del federal es mayor, no sólo por extensión territorial y jurisdicción del tipo de delitos cometidos, sino además porque el calderonismo ha invertido enormes recursos públicos en una campaña supuesta contra el narcotráfico que ha generado violencia y descomposición extremas sin que el mal supuestamente combatido haya mostrado proporcional abatimiento y sin que el volumen de delitos graves haya disminuido, sino todo lo contrario.
Resulta irónico que grupos e intereses que se coludieron para instaurar el golpe electoral de 2006 y que abonaron con entusiasmo la campaña de odio y división sociales, ahora no sepan cuándo se olvidaron los intereses generales y llamen a la colectividad a retomar caminos unitarios, sin importar causas ni circunstancias de esas nubes negras que ahora denuncian en los cielos que antes veían más o menos limpios. También resulta tragicómico que quienes impidieron que la voluntad popular mayoritaria instalara electoralmente un camino de izquierda moderada en México ahora se espanten de su Frankenstein blanquiazul y desde posiciones de derecha y ultraderecha pretendan movilizar conciencias y ánimos cívicos que han sido terriblemente golpeados por el mencionado fraude electoral y por la política enclaustrada, menor, intrascendente y sin apoyo popular de la opción calderonista ... Resulta cínico e hipócrita, por último, que el propio gobierno felipense se adhiera a Iluminemos México, como si fuera una agrupación sin vela en los entierros, como si así reconociera el calderonismo que, en realidad, es una especie de ONG con subsidio confeso.
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