7 Oct. 08
Estamos a menos de 48 horas de que se inicie la elección de Diputados locales. En el contexto nacional Coahuila está bajo la lupa ante la expectativa de que asistamos a una elección de Estado y aquí los ciudadanos acudiremos al llamado de las urnas en un clima de desánimo, desconfianza, escepticismo y, en muchos, de indiferencia.
Los únicos felices, sonrientes y vivamente esperanzados son los candidatos, sobre todo los del PRImero.¿Acaso hay quien ignore que estamos ante un escenario en el que es muy probable que nuestro voto sea inmolado en aras del poder despótico, y que lo que no podemos tener es la expectativa de una jornada electoral con calidad, transparencia y apego indudables a la legalidad?
Los signos ominosos son abundantes, los hemos comentado largamente en estas páginas y, en resumidas cuentas van, en primer lugar desde un Congreso desprestigiado, incapaz hasta ahora de defender su autonomía frente a los otros dos poderes del Gobierno estatal, un Congreso sin credibilidad y cuyas prácticas ancestrales lo distinguen por los manejos turbios, la improductividad, la obediencia ciega de los Diputados al Ejecutivo local y a sus propios intereses y los de sus partidos.
Aunque hay un elemento de indiscutible importancia, ellos, los Diputados, se dicen nuestros representantes, pero si en algo sobresalen es en su indiferencia hacia los intereses de la ciudadanía.Pero, volviendo a lo que ya hemos visto que ocurrió en otras elecciones y es previsible verlo este domingo porque son las costumbres históricas. A las 5 y media de la mañana comienza el acarreo, los taxistas de la CTM y CROC y autos particulares ya tienen sus rutas para pasar por los vecinos y llevarlos a las casillas; los almuerzos, menudos y barbacoas ya están preparados, después de almorzados se forman las filas en las casillas, cuando llegan los funcionarios, la gente está lista para votar.
Por supuesto que esto ocurre en las colonias periféricas, en la Valle Verde, San Luisito, La Aurora, Satélites, Fundadores, etc.; las lideresas del PRI están eficientemente organizadas, pero en las zonas residenciales todo es muy civilizado, muy limpio y ordenado, ahí no hay acarreo ni almuerzos públicos.
Pero déjeme le cuento cómo es esto. En la elección local del 2005, en las casillas 853 básica y 3 contiguas, y en la 771, el representante del IEPC, Dagoberto Eloy Nieto ordenó a los funcionarios de casilla que se permitiera votar a los ciudadanos que trajeran su credencial y no aparecían en la lista nominal y que llegaban buscando su casilla.
Había mucha confusión de electores, ya que desde la casilla 85e ubicada en la Colonia Balcones los mandaban a votar a la 853.En las cuatro casillas 870 ubicadas en la Escuela Federico Berrueto, instaladas las cuatro en un sólo salón, se facilitaba que fuera violado el voto libre y secreto.
Lo mismo ocurrió en la 788 y 780 en la Primaria Emiliano Zapata la forma en que estaba instalada la mampara hizo que la ciudadanía no pudiera votar de forma secreta. Un representante del PRI escribía los nombres de todos los que se presentaban a votar y actuaba en forma intimidatoria.
En la 888 la mampara no tenía el plástico que protege el voto secreto del votante y varias personas estuvieron dando vueltas a la casilla preguntando que si ya habían votado electores determinados y ejerciendo presión. Había lideresas con listas de votantes que iban palomeando (diferente a la lista nominal).
En Nueva Rosita se detectó que, después de votar, varias personas acudían a un lugar en donde les daban 300 pesos y en algunos casos hasta mil por votar por el PRI.
Estos datos proceden del Informe sobre la Calidad de la Jornada Electoral del 25 de septiembre del 2005 realizado por Alianza Cívica, y sólo estoy mencionando un mínimo de casillas e incidentes que muestran la inducción de resultados.Así de legales y limpias son las elecciones en Coahuila. Pero no podemos renunciar a ellas; vaya a su casilla y cruce su boleta de lado a lado, anúlela en señal de protesta por esta situación de inmundicia, abuso y desastre que organizan los políticos locales en nuestras instituciones que son ya un insulto a la inteligencia y a la ética ciudadana.
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