miércoles, 10 de junio de 2009

Anular el voto ¿A quien sirve esta campaña? / ¿Conjura?

Un par de artículos para la reflexión sobre las votaciones para diputados federales este 5 de julio de 2009
LA INUTILIDAD DEL VOTO EN BLANCO. ¿A QUIÉN LE SIRVE ESTA CAMPAÑA?

Alberto Carbot (gentesur@hotmail.com)
2009-06-09

Con la furia de una avalancha que crece después de una tormenta en la montaña, el voto en blanco es un movimiento que se hace poderoso a medida que se acercan las elecciones intermedias del 4 de julio próximo.De todos los ángulos del espectro político y hasta entre los más impensables protagonistas del escenario público, brotan esos caudales de inconformidad ciudadana que se están convirtiendo en la más poderosa fuerza política después quizá de las elecciones del 2 de julio del 2006 a raíz de la ola de descontento que encabezó Andrés Manuel López Obrador.Personajes como la ex senadora perredista Rosa Albina Garavito, ex fundadora del partido del sol azteca, Marco Rascón, el ex activista del 68, Luis González de Alba, el ex secretario de Gobernación Esteban Moctezuma, la ex alcaldesa de Mérida Ana Rosa Payán, el ex publicista de Vicente Fox, Santiago Pando y hasta el primo del presidente Felipe Calderón, Gabriel Hinojosa, se han sumado a este movimiento.Muchos de los partidarios de la teoría de la conspiración han empezado a señalar que podría tratarse de una campaña provocada por el gurú de imagen del PAN, el español recién nacionalizado Antonio Solá, porque la misma cruzada ocurrió durante las elecciones donde resultó triunfador el jefe de gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero, promovida por grupos de derecha.Para contrarrestarla, ya prominentes personajes como el obispo Enésimo Cepeda, quien calificó de “estúpidos” a quienes invitan a no sufragar y el cardenal Norberto Rivera, quien tildó de “irresponsables” a los promotores del voto en blanco, así como el propio Andrés Manuel López Obrador, lo catalogó como una “trampa de la mafia” han desvirtuado este llamado a “acudir a votar pero no votar”.Quizá se justifique el enojo ciudadano, ante los políticos que se han encargado de desacreditar su propia imagen pública. La partidocracia mexicana se ha convertido en uno de los peores lastres que debemos soportar.Los legisladores suelen ser personajes cínicos y demagógicos que se despachan con la cuchara grande sin preocuparse por rendir cuentas a los votantes que los eligieron, sino sólo a sus partidos, o “mafias” que los apoyaron para llegar a San Lázaro o Xicoténcatl.En las encuestas sobre los grupos e instituciones que gozan de mayor popularidad en el país, los políticos suelen estar siempre en los últimos lugares.Nadie se extraña por ello que haya surgido de las entrañas mismas del pueblo un movimiento en contra de seguir respaldando a candidatos que no representan de ningún modo las aspiraciones y anhelos de la mayoría de los mexicanos.Pero cuando uno se pregunta a quién sirve el voto en blanco y si realmente funcionará como una campanada de alerta, para que los partidos verdaderamente decidan cambiar sus prácticas impositivas en la elecciones de candidatos -y de una vez por todas abran sus oídos al clamor popular por justicia y democracia-, la primera conclusión que sale a relucir es que difícilmente se logrará un cambio de la noche a la mañana, con un simple movimiento que desemboque en la anulación del voto.Ya algunas encuestas que se han publicado sobre la fuerza que ha adquirido el movimiento del voto en blanco revelan que al menos uno de cada 10 ciudadanos está dispuesto a sumarse a esta movilización, lo cual resulta preocupante porque podría representar hasta unos 7 millones de sufragios que ya los quisiera cualquier partido “de la chiquillada” y por supuesto hasta una de las tres grandes formaciones políticas del país.Por eso, cuando se cuestiona a quién le sirve esta forma de protesta es fácil responder que a quienes tienen más capacidad de desplegar a su “voto duro”, es decir, al PAN, al PRI y al PRD.Entre menos ciudadanos acudan a las urnas o lo hagan pero para anular su voto, menos legitimidad tendrá una elección. Los candidatos obtendrán victorias mínimas basadas únicamente en el “voto duro”, porque los indecisos o los independientes o se abstendrán o sufragarán en blanco.Quiere decir que un candidato a diputado podría ganar con porcentajes mínimos del 25, 20 o 15 y hasta menos.Esa situación, a lo único que abona es a mantener intacto el actual monopolio partidista y el predominio de los “tres grandes” del espectro político.Para que el “voto en blanco” se articule como un formidable instrumento de lucha y reivindicación popular, tendría que servir de algo, de acicate para los políticos, de sacudida, de descarga eléctrica.Por eso, resulta plausible que el historiador Héctor Aguilar Camín proponga que los votantes que piensan dejar la papeleta vacía por lo menos inscriban algunas reivindicaciones como “reelección de diputados”, “alto a las candidaturas plurinominales” y “sí a las candidaturas independientes”, a lo que se podrían agregar añejas demandas como un aumento en el porcentaje mínimo (al 5 por ciento) de votos que los partidos deben obtener en cada elección para mantener su registro.LA REELECCIÓN LEGISLATIVA, NECESARIALa reelección de diputados es ya indispensable para que los legisladores dejen de ser rehenes de su partidos y de sus dirigentes a fin de servir auténticamente a sus ciudadanos. El fin de las candidaturas plurinominales no es del todo acertada. Puede ser mejor reducir su número porque siempre hará falta un grupo de tarea con asesores y personalidades de probada capacidad parlamentaria para servir de oradores y de expertos en elaboración de leyes. Si se dejan todas las candidaturas a quienes supuestamente ostentan liderazgos reales, a veces resulta que se trata de figuras ciertamente carismáticas o con respaldo popular, pero no bien preparadas para defender iniciativas o traducirlas en leyes.Las candidaturas independientes también siempre son algo relativo. En todos los países, para que una persona pueda competir como aspirante al margen de los partidos, debe contar de todos modos con las firmas y el apoyo de miles de ciudadanos; es decir, una masa crítica equivalente a la fuerza de un partido. De todos modos, ya el hecho de que se pueda competir sin tener que pasar por los colores y los emblemas establecidos sería una gran ventaja. No quiere decir que de la noche a la mañana surjan candidatos del tamaño de un estadista.Hay que recordar que políticos como el ex presidente Alberto Fujimori han surgido de candidaturas independientes y no son una fórmula mágica para implantar la democracia como por arte de magia. Sin embargo, resultan un imperativo para que se acaben los monopolios partidistas en la nominación de candidatos, lo cual haría más abierta y competitiva la disputa en la arena electoral.En cuanto a la propuesta para ampliar a 5 por ciento el mínimo de votos como requisito a fin de mantener el registro de un partido, resulta un método mejor para contar con fuerzas políticas más representativas, porque el 2 por ciento establecida en el artículo 32 del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales resulta ya obsoleto.Sería saludable que los ciudadanos optaran por añadir a estas propuestas algunas otras como la rendición de cuentas, el alto a la corrupción, el fin del compadrazgo, del amiguismo y del nepotismo y otros otros vicios del sistema político mexicano.Si como dicen algunos miembros de la opinocracia, este movimiento no se articula en un amplio abanico reivindicatorio que se vertebre en propuestas más amplias, servirá como un simple desahogo, una válvula de escape, un grito desgarrador y nada más. Si resultara que sólo funciona de este modo, se le abrirá la puerta a los partidos para que sigan haciendo y deshaciendo y para que se repartan el poder a su antojo.Tanto el abstencionismo como el voto en blanco a los únicos que beneficia es a quienes pueden movilizar a grandes contingentes de acarreados y de clientelas políticas, bajo la promesa de dádivas o prerrogativas. No sería por tanto extraño que hasta los propios partidos tradicionales estén alentando este movimiento, sabedores de que se quitarán de encima a los molestos votos de los indecisos y volubles que a veces les suelen jugar una mala pasada cuando optan en el último momento por apoyar a los “outsiders”, como ocurrió en el caso de Vicente Fox en el 2000.
¿Conjura?
Rosa Esther Beltrán Enríquez

Publicado el: 10-Junio-2009 en Vanguardia

Quiero comenzar expresando mis más sentidas condolencias a las madres y padres de Hermosillo, Sonora que perdieron a sus bebés gracias a la incalificable irresponsabilidad de las autoridades, las del IMSS, las municipales, las de la Secretaría de Salud, las del Estado, que con toda seguridad quedarán impunes.
La semana pasada la población de Saltillo (no toda, por supuesto), manifestó su escándalo ante la audacia del arquitecto Roberto Ramos del Bosque que colocó varias mantas en las que manifestaba: “YO ANULARÉ MI VOTO. Mientras que ustedes y partidos políticos sigan gastando a manos llenas el dinero del pueblo y los senadores y diputados no se bajen el sueldo de acuerdo a nuestra economía, YO ANULARÉ MI VOTO”.
Inmediatamente los integrantes de la Iniciativa Privada de Saltillo calificaron de lamentable el que se esté incitando a la ciudadanía a emitir el voto en blanco, como si la ciudadanía fuera menor de edad y no tuviera la capacidad de razonar y discernir sobre la situación de las crisis que padecemos, que por cierto no es una, pero además, Ramos del Bosque no pretende votar en blanco; el fue muy claro y dijo: YO ANULARÉ MI VOTO.
César Armando Valdés Ramos, director gerente de la Canaco Saltillo dijo que el voto blanco va en contra de la democracia. Ese es el estribillo de los opositores al voto nulo; ellos argumentan que éste dinamitará la democracia, pero ¿cuál democracia, la de los poderes fácticos, la de la partidocracia, la del IFE sustentada en el gasto de miles de millones de pesos?Valdés Ramos no agarró la onda, anda como a 10 cuadras del desfile, ya que dijo que se están haciendo propuestas para que la gente no acuda a votar.
Por su parte, Armando Gutiérrez, presidente del Consejo Ciudadano de Seguridad Pública, llamó a la ciudadanía a no hacer caso de este tipo de convocatorias. Estos hombres dan la impresión de que viven en otro tiempo; no leen, hablan de oídas, esos son los líderes locales oficiales.
Por su parte, las autoridades municipales de Saltillo, a través de la Dirección de Ecología enviaron a un grupo de 10 jóvenes a que fueran a “convencer” a Ramos del Bosque de que se retirara del área universitaria en donde había colocado sus mantas y en la que pretendía permanecer por 100 horas en huelga de hambre a fin de vigilar que las mantas no fueran retiradas.
Los corpulentos chicos de la Dirección de Ecología, amigablemente le ofrecieron un lonche a Roberto Ramos, muy compasivos ellos y lo “invitaron” a retirarse del lugar, además de retirar las mantas.
Ramos del Bosque recibió una multa de 150 salarios mínimos, cerca de 8 mil pesos, por no haber solicitado permiso a Ecología y por contribuir a la contaminación visual. Para los funcionarios lo más grave es que cunda el ejemplo, aunque él está en todo su derecho de manifestarse pacíficamente como lo hizo, pero estamos acostumbrados a la agachonería.
Para documentar el hartazgo contra los legisladores por lo que protesta Roberto Ramos le doy un ejemplo: la salida de los diputados de la 60 Legislatura costará 500 millones de pesos, pues por conceptos de fondo de ahorro, aguinaldo y ayuda económica para informes de actividades, se le entregará a cada legislador más de un millón de pesos en agosto próximo.
Desde septiembre de 2006 y hasta agosto próximo, los diputados federales ahorraron mensualmente entre 11 mil y 12 mil pesos de sus dietas legislativas, que en total suman una caja de ahorro de 445 mil 776, la cual se duplicará, pues la Cámara Baja aportará una parte igual.
A esa prestación laboral, se sumarán 69 mil 37 pesos correspondientes a su aguinaldo, que en un año completo es de 104 mil pesos y una partida de 56 mil pesos que se les entregaron para la presentación de sus informes laborales, la cual les fue depositada en mayo pasado.
Dice José Woldenberg que sí hay opciones, que se puede votar por el menos peor. Pero muchos manifestamos no espero, ni quiero votar por el “menos peor”, yo quiero y busco al mejor, al cual no encuentro. Siempre hemos sido el país del menos peor. Ya basta.
La confabulación, la conjura que muchos atribuyen al PRI para consolidar su voto duro mediante la promoción del voto nulo, es más bien una manifestación de lucidez ciudadana contra una disputa abundante en relieves anodinos y sin importancia: el hecho es que las agendas legislativas propuestas por los partidos se han convertido en el tema más despreciado del momento.
La derecha se instalará de nuevo en la Cámara de Diputados, pero llegará con una ilegitimidad que difícilmente podrá sostener. Aquí lo fundamental será que la sociedad civil se organice y proponga que no deje en manos de los políticos el proyecto de nación. Es necesario que la sociedad marque el rumbo, que participe; de otra manera, la anulación habrá quedado en un desahogo vacuo.
Seguramente un reclamo generalizado, creciente hasta ahora, a favor del voto nulo es una manifestación de que el sistema de representación actual es obsoleto, no está funcionando.

REFORMA

Los 'suicidas'

Sergio Aguayo Quezada
10 Jun. 09
Con el arrojo de los mosqueteros, las fuerzas vivas se lanzaron, todas a una, contra el movimiento proanulación del voto. Van algunas reflexiones sobre un consenso tan portentoso.Por falta de espacio, no comento las pertinentes reflexiones, a favor y en contra, de diversos colegas. Me concentro en los protagonistas de la política que coincidieron en zarandear a quienes apoyamos la anulación del voto: el PAN, el PRD, Convergencia, el PT, los verdes, los socialdemócratas, los obispos y cardenales, Andrés Manuel López Obrador y hasta Marta Sahagún nos han calificado de "antidemocráticos", "simplistas", "dinamiteros", "irresponsables", "demagogos", "perversos", "instrumentos de la derecha" y, en suma, de empujar a nuestra democracia hacia un "suicidio político". Hubo, por supuesto, voces mesuradas como la de la priista Beatriz Pagés, quien reconoció que "la ciudadanía es rehén y víctima de la partidocracia".Me sorprendió, confieso, lo primario de una réplica que ignoró gradaciones y negó toda legitimidad a una protesta tan espontánea y disímbola en sus orígenes y propósitos. Sin negar la posibilidad de que exista una franja con fines aviesos, hasta donde mi comprensión alcanza, sostengo que se trata de una movilización pacífica nacida de agravios reales, y apegada a la legalidad y a la legitimidad democrática.Tomo, a manera de ejemplo, la propuesta que estoy respaldando. Por no gustarme las candidaturas, escribiré en la boleta el nombre de Esperanza (una candidata ficticia). El artículo 252 de la ley electoral permite poner a un candidato no registrado (y existen varias posibilidades) y eso posibilitará contabilizar los votos de protesta.La mayoría de quienes protestaremos de ésta u otra manera no queremos incinerar en plaza pública a los partidos y a la clase política; es una forma de exigirles eficiencia, austeridad y honestidad, una mejor oferta de candidatos y mayor preocupación por el interés general en sus propuestas y en la forma en que ejercen sus cargos. Son, de hecho, las peticiones más elementales que les asigna la teoría política, las leyes y el sentido común.Por ello resulta tan lamentable su reacción inicial. O nos descalifican, o nos piden paciencia y otro cheque al portador. Santiago Creel propone a las "organizaciones o líderes de opinión que están promoviendo la idea del voto en blanco, que expresen en qué no están de acuerdo con el sistema político, que planteen una agenda de compromisos y que todos los partidos y candidatos la suscriban y la lleven a cabo en los próximos años". Se oye bien, pero es un guión repetido hasta la saciedad.En 1908, Porfirio Díaz declaró a James Creelman que el pueblo de México ya estaba listo para la democracia y que él respetaría el veredicto. Cuando Francisco I. Madero le tomó la palabra e incendió México con su prédica cívica, Díaz y sus aliados entraron en un arrebato de arrepentimiento. Y se cometió un fraude monumental y tuvimos una Revolución y llevamos un siglo esperando elecciones confiables, Estado de derecho y una reducción de la impunidad, la corrupción y las desigualdades. ¿Cuánto más quieren que esperemos?Oportunidades han tenido. Estaría la Mesa de Estudios sobre la Reforma del Estado inaugurada por Vicente Fox en agosto del 2000, cuando el país hervía de entusiasmo. En unas cuantas semanas quedó listo el compendio de las esperanzas centenarias. ¡Cuánto civismo, entusiasmo y generosidad! Y cuán cruel fue el desencanto vivido cuando Vicente Fox y Santiago Creel, entre otros, pactaron con los poderes fácticos del viejo régimen, y cancelaron las reformas pidiéndonos, eso sí, más paciencia y más confianza.Todos hemos colaborado, por acción u omisión, a esa corrupción sistémica de la cual maman los partidos y los poderosos. Los resultados están a la vista y uno desearía que las grandes formaciones políticas, y algunos de sus líderes, reconocieran que México sigue siendo un invernadero de inequidades e impunidades en espera de ser extirpadas. Por ahora, su respuesta es la de una enhiesta defensa del orden establecido y de sus privilegios, y la indiferencia o la descalificación a quienes los criticamos o les pedimos que cambien.Bien por los foros organizados por el Instituto Federal Electoral para discutir el voto nulo. Ojalá que en ellos se aborden las preguntas relevantes de las cuales nace la inconformidad: ¿por qué está fallando la mayoría de las instituciones democráticas? ¿Por qué sigue teniendo tanta fuerza la cultura de la corrupción y el fraude? Y, sobre todo, ¿qué podemos hacer, gobierno y sociedad, para que la democracia funcione?Vistas así las cosas, me pregunto ¿quiénes empujan a la democracia al "suicidio"?: quienes protestamos por el estado de la democracia o quienes usan su poder para torpedear sus reglas más elementales.Alberto Serdán Rosales sistematizó la información aparecida en la prensa capitalina. José Antonio Crespo hizo algunas precisiones fundamentales.
Correo electrónico: saguayo@colmex.mx

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