Estamos a escasos 32 días de que se lleven a cabo las elecciones intermedias de 2009 y ahora el dilema para muchos mexicanos no es por cual partido-candidato votar, sino si ir a votar para no votar bajo una de dos premisas, anulando la boleta o dejándola en blanco o simplemente no acudir a las casillas.
En apretada síntesis, tenemos el siguiente escenario:
Lo de votar por el partido o candidato de su preferencia cae en el lugar de la normalidad y también lo de no levantarse en domingo, que cae en la abstención natural, que es "el para que voto, el voto no sirve de nada"; antes, cuando el PRI era el único partido la expresión era "para que votar si ya se quien va a ganar"; en esos ayeres los ciudadanos expresaban su coraje y votaban por Cantinflas, Jorge Negrete, María Félix y otros fallecidos o en boga. Esta abstención que se calcula para 2009 del 70/80% del padrón le ha hecho mucho daño a México y los mexicanos y lo seguirá haciendo en tanto nuestra cultura politica no crezca, porque los ciudadanos se quedan sin su principal herramienta de protesta que es el voto.
Sin embargo, en las últimas semanas ha cobrado vigencia un planteamiento que alguna voces llaman el "abstencionismo activo" o "abstencionismo cívico" o "abstencionismo consciente" que consiste en acudir el 5 de julio a las casillas y tachar toda la boleta en un acto de repudio a los partidos y a los candidatos. Este "movimiento" denominado "Gobierno de Segunda Generación" -G2G, lo inició en Puebla, Gabriel Hinojosa Rivero mediante internet, "rechazando a los partidos y sus candidatos, pero no a la democracia". La historia de Hinojosa Rivero es breve, empieza por ser primo de Calderón, primer alcalde de la ciudad de Puebla por el PAN, renunció al PAN en 2004 y contendió de nueva cuenta en 2007 con apoyo del PT.
Los argumentos para aplicar el planteamiento aludido son el de "no soy cómplice", "los candidatos no me representan", "no me dejo engañar" y otros por el estilo. Sostienen que "anular el voto es una acción ciudadana", "un acto de libertad", "una rebelión pacífica", "un acto de congruencia", "un acto de civismo".
Es cierto que las campañas son pobres en general, que muchos candidatos tienen un perfil muy bajo en cuanto a propuestas, conocimientos, experiencia legislativa o en otras áreas, pero también es cierto que en un arranque de molestia, dejar la integración de San Lázaro en manos de unos cuantos, un 25/30% de mexicanos es sumamente peligroso, sobre todo con un desgobierno como el de Calderón, proclive al autoritarismo y la represión, a la corrupción y a la impunidad, principalmente.
La pregunta que debe hacerse a Hinojosa Rivero y acompañantes en diversas del país, es ¿que pretenden , hacia donde quieren llevar a México, a la anarquía?
Esta es la situación pre electoral, insisto, a 32 días de que se celebren. "Algo huele mal en Dinamarca" decía el Príncipe Hammlet y también en México. Huele a una maniobra de Calderón-Solá rey del trinquete y recién nacionalizado mexicano, para que impulsando una abstención del 70/80%, las estructuras actuales se agandallen los escasos votos que se presenten en las urnas: Esto no se lo merece México, ni los mexicanos de buena fe.
Alberto Aziz Nassif**
En un clima de mucho desencanto ha crecido el fenómeno del desafecto ciudadano por la política y las urnas. No es un fenómeno exclusivo de nuestro país; en América Latina crece la insatisfacción democrática y en las viejas democracias también existen estas expresiones.
En México, la relación de los ciudadanos con las urnas ha sido complicada. Desde finales de los años 80 una de las demandas más importantes de la sociedad fue el respeto al voto. El cambio constante de reglas electorales ha sido, quizá, la estrategia más visible para lograr una democracia electoral y dejar atrás un régimen autoritario. Pero la historia no va en un solo sentido ni siempre corre hacia delante; muchas veces está plagada de regresos, cambios de ruta y desviaciones. En nuestro país hay dos procesos sociales que se han empalmado: por una parte, la transición democrática y la llegada del neoliberalismo; por la otra, la llegada de la alternancia política y el crecimiento de la abstención electoral.
Cada proceso electoral se construye con características singulares y el actual no es la excepción. La memoria nos remite a que 1988 se caracterizó por el fraude, la ruptura del cardenismo, la inauguración de la competencia tripartita, la caída del voto priísta. La de 1994 fue una elección dentro de un clima de miedo, con un altísimo nivel de participación, la ruptura de los límites políticos y una marcada desigualdad en las condiciones de la competencia. En 1997 se estrenaron organismos autónomos, el DF eligió a sus autoridades. El 2000 fue la alternancia presidencial; 2003 fue la elección más cara y abstencionista de la historia y en 2006 regresó el conflicto y hubo una grave polarización política. Una de las novedades más importantes de 2009 es la corriente de opinión que plantea la anulación del voto como una respuesta ciudadana ante el descontento con los partidos políticos.
Una parte importante de la discusión electoral de 2009 se ha centrado en la pregunta de qué hacer frente a las urnas. Tradicionalmente las opciones han sido votar por una opción o abstenerse. Las opciones por el voto tienen diversas lógicas, desde la compatibilidad de proyecto y programas, pasando por la cercanía ideológica, hasta las opciones más pragmáticas que ven hacia el mejor candidato o la opción menos mala. En el 2000 se usó el voto útil para cambiar de partido gobernante. Al final están las opciones del clientelismo, el corporativismo y la compra del sufragio. La abstención tiene también varias expresiones, desde el que nunca pasa por las urnas porque no está convencido de participar, el abstencionista sistemático. Pero también está el ocasional, que no vota por desidia o desinterés, es el ciudadano desconectado de las urnas. Otro grupo es el que lo hace como una expresión pasiva de inconformidad y descontento. La novedad ahora es que se ha formado un movimiento que reivindica el derecho ciudadano de ir a las urnas, pero para anular el voto. No se trata de una abstención pasiva, sino de un ejercicio ciudadano activo y muy razonado. Algunas consignas que circulan son: “yo anularé mi voto”; “tache a todos”; “para políticos nulos, votos nulos”.
Los “anulistas” forman un universo muy heterogéneo de personas que se han desencantado —con razón— de los partidos políticos porque: no ven diferencias importantes en la forma de enfrentar problemas de corrupción y de impunidad; porque les parece que hay abusos de poder y excesos en el uso de los recursos públicos; porque hay una desvinculación entre las élites dirigentes y la ciudadanía; porque la rendición de cuentas es muy débil; porque la eficacia para gobernar deja mucho que desear; porque la labor legislativa representa mayoritariamente los intereses particulares de los grupos de poder. Se trata de un abanico de inconformidades cada vez más amplio que se ha agudizado con las múltiples crisis por las que atraviesa el país. Una medición reciente ubica en 10% a este sector que está por la anulación (Reforma, 29/V/2009). Si a ello le sumamos que la participación estará en un rango que sólo llegará a 30% o 35%, algo grave sucede en nuestro sistema político.
Las diferentes opciones tienen supuestos compartidos, como la importancia de los partidos para la democracia o la relevancia del voto libre como una conquista reciente en nuestro país. Pero también hay diferencias sobre la eficacia en las estrategias. Los que dicen que es mejor votar indican que su voto decidirá la conformación del gobierno, y los abstencionistas y los “anulistas” dejarán en manos de otros la decisión. En cambio, los que quieren anular confían en que se podrá dar una señal, una llamada de atención a los partidos para que cambien sus rasgos partidocráticos, su autismo político y reconstruyan una representación democrática de calidad. Un resultado es que los altos niveles de abstención y de anulación jugarán contra la legitimidad de los candidatos electos. En suma, 2009 se caracterizará por ser una elección en la que una parte importante del voto se anule, como un instrumento legítimo y democrático.
¿Votar, abstenerse o anular?
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Sergio Aguayo Quezada / Reforma / 03 - junio - 2009
Si los candidatos no me convencen, anularé mi voto escribiendo en la boleta elnombre de Esperanza Marchita. A esa conclusión llegué después de revisar los hechos y reconocer que me siento un ciudadano agraviado por la clase política.
Tardé un año en reconciliarme con la idea de anular mi voto. El primer paso fue rendirme ante la evidencia: la degradación de los partidos políticos no es anécdota pasajera; están fundidos con las redes de intereses corruptos que nos exprimen y maltratan. Se salvan personas, grupos e instituciones, pero son incapaces de modificar el quebranto ético y la mediocridad.
También influyó la revisión de la lujosa Memoria gráfica de la elección del 2006 editada por el Instituto Federal Electoral (IFE). Con centenares de fotos, en este documento se construye una visión idílica, beata, irreal sobre aquellos comicios. Por ningún lado aparece la polarización desencadenada por los spots del odio, la parcialidad del Presidente o las caras de las protestas postelectorales. Se trata de un intento ridículo de disimular la baja calidad de nuestra democracia. Ese texto es una metáfora de la intrascendente y costosa levedad de nuestros árbitros electorales: IFE, Tribunal (TEPJF) y Fiscalía (Fepade).
Tampoco convencen algunos argumentos de quienes promueven el voto y/o atacan a quienes estamos por la anulación. Según un correo no verificado, don Lorenzo Servitje promueve el voto por los candidatos del PAN diciendo que aun cuando algunos de sus miembros tienen defectos, éstos "son menores si se comparan a los [de] otros partidos". Por su parte, el cardenal de Guadalajara, Juan Sandoval Íñiguez, predica que "esos [que promueven la anulación] no hacen labor de patria, el abstencionismo va a matar a la democracia, eso no está correcto, hay que votar por el menos peor" (Mural, 22 de mayo del 2009). Es propio de acomplejados y mediocres proponer al menos malo, sobre todo porque los partidos podrían elegir a candidatos mejores. No lo hacen porque sus liderazgos son burocracias que defienden negocios y temen la llegada de gente mejor preparada. Hay quienes repiten que la anulación favorecerá al voto duro; extraño razonamiento porque todos los partidos cortejan o compran el voto corporativo e ignoran al ciudadano independiente. ¿Cambiará eso si volvemos adarles el voto?
Con la anulación del voto buscamos que cambien y seleccionen a buenos candidatos. Menciono a tres de los que buscan una diputación federal: Jaime Cárdenas, postulado por el Partido del Trabajo en el cuarto distrito de la capital; José Alfredo Gutiérrez va por Convergencia por el tercero de Coahuila yGuadalupe Loaeza, por el décimo del Distrito Federal.Los razonamientos anteriores me condujeron a la decisión de votar por los candidatos que me convencieran. Volví a constatar cuán poco les importamos a los partidos. Como parte de la construcción de esta columna, le pedí a una colaboradora que averiguara los nombres, historial y propuestas de los candidatos a diputado federal, asambleísta y delegado de la Magdalena Contreras porConvergencia, PT y PRD. Dedicó ¡ocho horas de trabajo! a sacar alguna información sobre los candidatos. Es tanta su desorganización que hasta el domingo 24 de mayo el sitio del PRD-DF no había habilitado el vínculo que permite llegar al perfil de los candidatos. Porque conocí el trabajo de Carlos Reyes Gámiz (PRD) en la Asamblea del DF, votaré por él para diputado federal, pero anularé mi voto en los otros dos casos: ninguno convence.
Tomada la decisión vino la forma de hacerlo. Como es legal cruzar toda la boleta o escribir el nombre de un candidato no registrado, Propuesta Cívica de Guanajuato inventó a una candidata mujer que simboliza, en nombre y biografía, un desencanto común. Esta opción tiene como ventaja que forma parte de un proyecto más amplio de dignificación de la política.
Así, escribir el nombre de Esperanza Marchita en la boleta ayudará a continuar la lucha por el acceso a las boletas de las elecciones. Después de los comicios, Propuesta Cívica, AC (o su media hermana Propuesta Política, APN) iniciará un proceso ante el IFE y las autoridades judiciales para solicitar el acceso a las boletas electorales del 2009 para constatar, en algunas casillas, cuántos votos sacó Esperanza. Votar por Esperanza es, también, respaldar un proyecto más amplio que incluye, entre otras actividades, la queja interpuesta ante el IFE por
Propuesta Política, APN contra la propaganda engañosa y manida que difunde el Verde.
Según la última encuesta de Reforma (29 de mayo del 2009) ya somos un 10 porciento los que pensamos anular el voto. Ojalá y crezca ese porcentaje para que los partidos y los árbitros electorales se den cuenta de la intensidad de nuestro hartazgo con sus dispendios, su desorganización y su cinismo. Esperanza Marchita es una de las muchas opciones disponibles. Todas son legítimas porque coinciden en la exigencia de una revolución ética.
Correo electrónico: saguayo@colmex.mx
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Hola, amigas, amigos y familia. Como a algunos les he comentado, estoy participando en un movimiento ciudadano que está proponiendo que el día 5 de Julio transformemos nuestra boleta en una protesta contra los partidos políticos que año con año se reparten el pastel entre los mismos. Nuestro voto ha perdido significado porque sólo ha servido para legitimar la permanencia de estos partidos que, según la última Encuesta Nacional de Cultura Política, realizada por la Secretaría de Gobernación, sólo cuentan con un 4 por ciento de confianza entre la sociedad mexicana. Es decir, que tienen secuestradas a algunas instituciones siendo una abrumadora minoría.
Nosotros estamos proponiendo botarlos a todos, pero votando por PAPANATAS, un personaje creado por el cartonista Chava, que representa este hartazgo ciudadano. Los invito a conocer esta opción en la página www.votaxpapanatas.org
Este movimiento es hermano de otras campañas que pretenden castigar a los partidos. No estamos compitiendo contra ningún otro esfuerzo ciudadano que represente este hartazgo ciudadano. Al contrario. Otros esfuerzos nos estimulan.
Nuestro candidato es pobre pero bien creativo, así que si alguien quiere colaborar con ideas o con centavos sólo tiene que decirlo.
Les dejo estos videos sobre la protesta que hicimos el martes pasado en la Comisión Estatal Electoral a la que llevamos un silbato de obsequio para los comisionados.
Reciban un abrazo,
Ximena Peredo
http://www.youtube.com/watch?v=eXUp8UekNbI&feature=related
http://www.youtube.com/watch?v=OxgccEN2XJ0&feature=related
http://www.youtube.com/watch?v=9PI016S4CQU&feature=related
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