Escalofriante
Rosa Esther Beltrán
Enríquez
El hecho es de una infamia inconcebible, más viniendo de
niños. Héctor Alejandro Méndez Ramírez murió ésta semana en Ciudad Victoria,
después de estar 6 días hospitalizado con diagnóstico de traumatismo
craneoencefálico grave.
Los causantes del deceso del menor fueron sus compañeros de
clase de primero de Secundaria. Cuatro compañeros de Héctor Alejandro lo
tomaron de las extremidades y lo lanzaron 2 veces contra la pared del salón de
clases; lo niños se divertían en el juego llamado el “columpio”, y cuando
Héctor se sintió en peligro pidió el auxilio de su maestra, pero ésta no lo
ayudó.
Después del segundo impacto contra la pared, gravemente
afectado, el niño agredido fue llevado a su casa y aún alcanzó a contarle a su
madre lo que ocurrió en el salón de clases, además de revelarle los nombres de
los agresores, los que hasta ahora no han sido revelados. Después fue internado
en el Hospital Infantil en donde le declararon muerte cerebral, ante lo cual
los padres del estudiante, aceptaron donar los riñones del joven.
La tragedia revela, en primer lugar, la negligencia de la
maestra que no atendió el peligro que implicaba el juego del “columpio”.
Después, llama la atención que la Dirección de la escuela haya minimizado y
subestimado la gravedad del caso del alumno que finalmente perdió la vida.
Una vez ocurrida la muerte del menor, la Secretaría de
Educación del Estado de Tamaulipas declaró que se trató evidentemente de un
caso de bullying. También la Comisión Nacional de Derechos Humanos se pronunció
sobre estos hechos, declarando que atraerá el caso de Héctor Alejandro, en
vista de que ha recibido al menos 7 recomendaciones de casos de maestros que
agreden a los alumnos.
El incremento de la violencia escolar revela la
inconsciencia e imprudencia infantil, que de ninguna manera puede ser
justificada, porque ésta se presenta si los adultos la permiten y la disculpan.
Hace varios meses la organización civil, “Mujeres y la
Equidad de Género” presentó a la Cámara de Diputados un estudio sobre “La
violencia entre pares (bullying) en las escuelas de nivel básico en México”,
cuyo objetivo era proporcionar información a los parlamentarios sobre este
fenómeno a fin de que sirviera como herramienta y apoyo al trabajo legislativo.
Se trata de una investigación que detalla el nivel al que
pueden acceder las agresiones en las escuelas que pueden ir: del malestar a la
frustración, del enojo a la furia, de la pérdida del control a la agresión
física y al deseo de aniquilar, de matar y hasta el suicidio. Tan sólo en
Coahuila el año pasado se suicidaron 8 infantes y 250 lo intentaron por ser
víctimas de bullying.
Se necesita un plan derivado de un debate entre maestros,
directivos, padres y alumnos para ayudar a resolver conflictos desarrollando en
los y las niñas aspectos relacionados con la empatía, la compasión, la
comprensión, la comunicación, la benevolencia, el respeto, así como promover la
valoración de la diversidad.
Maestro: Escucha a tus alumnos. Toma en serio todo lo que
digan acerca del bullying. Ante acoso, detén inmediatamente la agresión.
Informa para generar conciencia sobre el problema y promover reglas y valores.
Padres y madres: Si tu hijo te informa que es acosado,
pídele que dé los detalles. Sé empático con él o ella, y tómalo como una
oportunidad para reflexionar sobre tu propia cultura familiar. No fomentes las
represalias de ningún tipo. Informa a las autoridades escolares y exige que los
acosadores tengan sanciones y que se trabaje el tema del bullying de manera
integral en la escuela.
Los y las alumnas: Ante el bullying pueden aprender a
manejar el miedo y el enojo, no quedarse callados, hablar con un adulto
de confianza que pueda intervenir. Pedir ayuda no es acusar. Decir ¡NO! Junto a
sus compañeros y compañeras, pedir a quien agrede que se detenga. Aprender a
evitar propagar chismes o mensajes hirientes en línea o en persona. Ofrecer
apoyo. Evitar reaccionar con violencia al bullying. Trabaja por la paz, esto es
lo primero.
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