CNDH, ¿elección
o reelección?
Rosa Esther Beltrán Enríquez
El 16 de octubre
el Senado de la República emitió la convocatoria para la elección del o la
titular de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y ésta se cerró el
22 con el resultado de 40 candidatos registrados para presidir este organismo;
sorprende la cantidad de aspirantes, pero mucho más extraña que el actual Ombudsman, Raúl Plascencia se haya atrevido a
registrarse a pesar de que más de 100 organizaciones sociales agrupadas en el
movimiento el movimiento #NoMásComPlascencia, demandan juicio político contra
él por las peligrosas omisiones de la CNDH frente a las gravísimas violaciones
de los derechos humanos en diferentes ámbitos, además del uso político del cargo
mediante el tráfico de influencias;
Plascencia está bajo la lupa de varias fracciones parlamentarias que le
exigen que aclare cómo financió la construcción de su residencia de 20 millones
en la ciudad de México; lo evidente es que Plascencia no tiene credibilidad. No conoce la vergüenza afirma Eduardo Gallo
Tello.
Por otro lado, me
complace que en esa enorme lista de candidatos figuren 11 mujeres, algunas con
una amplia trayectoria como defensoras de los derechos humanos, por ejemplo
Patricia Olamendi experta del Consejo de derechos humanos de la ONU; a petición
del gobierno federal, también se registró Miriam Cárdenas Cantú, a quien
respeto, pero que no tiene otro rostro más que el institucional, el rostro de
funcionaria, servidora de un sistema político cerrado y de un partido
depredador y autoritario, ¿qué ha dicho sobre la masacre de Allende? ¿Acaso
como presidenta de la Comisión de derechos humanos de la Cámara baja se pronunció en estos días
por las matanzas y desapariciones de Tlatlaya, Ayotzinapa, los 36 cadáveres de
migrantes abandonados en el desierto de Altar, Sonora?, no hay que preguntarse
en qué lado y con quienes ha estado aliada en todas sus funciones públicas.
Cádenas Cantú,
ahora con licencia, sabe que al haber sido magistrada del Poder Judicial de
Coahuila, para permanecer como diputada federal los diputados locales violaron
la Ley Orgánica del Poder Judicial (Art.
164), al concederle licencia indefinida para terminar su periodo parlamentario
cuando la propia ley lo prohíbe; por si fuera poco, como presidenta de la
Comisión de derechos humanos de la Cámara de diputados, fue increpada duramente
por algunos de sus pares reclamándole que nunca concretó la exigencia para que
compareciera Raúl Plascencia Villanueva, como es su obligación, para que
rindiera cuentas ante los diputados sobre las violaciones a derechos humanos
que se han presentado en la gestión de Peña Nieto, los diputados de oposición
calificaron de omisa y gris la gestión de la ahora ex diputada, a la que además atribuyen el haber congelado
las leyes reglamentarias de la reforma constitucional en materia de derechos
humanos, asilo y refugio, suspensión y restricción de garantías y expulsión de
extranjeros.
La ex diputada
es del círculo íntimo de amigos de Rubén Moreira, fue su condiscípula en la Facultad de Jurisprudencia de la UA de C y
su heredera de la Comisión de derechos
humanos en la LXII Legislatura; de hecho su inocultable militancia en el PRI es
un obstáculo señalado en la Constitución para ocupar dicho cargo, aunque ya
sabemos que por encima de las leyes, está la voluntad presidencial, ésa es la
que da y quita.
Ante los vacíos
de poder y la profunda crisis de derechos humanos, ante una impunidad sin
límites este país necesita con urgencia una o un verdadero ombusdsman, defensor
del pueblo que sea realmente autónomo, transparente e imparcial. ¡Senadores es
su oportunidad!
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