viernes, 24 de octubre de 2014

CNDH, ¿elección o reelección?

CNDH, ¿elección o  reelección?

Rosa Esther Beltrán Enríquez

El 16 de octubre el Senado de la República emitió la convocatoria para la elección del  o la  titular de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y ésta se cerró el 22 con el resultado de 40 candidatos registrados para presidir este organismo; sorprende la cantidad de aspirantes, pero mucho más extraña que el actual Ombudsman, Raúl Plascencia se haya atrevido a registrarse a pesar de que más de 100 organizaciones sociales agrupadas en el movimiento el movimiento #NoMásComPlascencia, demandan juicio político contra él por las peligrosas omisiones de la CNDH frente a las gravísimas violaciones de los derechos humanos en diferentes ámbitos, además del uso político del cargo mediante el tráfico de influencias;  Plascencia está bajo la lupa de varias fracciones parlamentarias que le exigen que aclare cómo financió la construcción de su residencia de 20 millones en la ciudad de México; lo evidente es que Plascencia no tiene credibilidad.  No conoce la vergüenza afirma Eduardo Gallo Tello.

Por otro lado, me complace que en esa enorme lista de candidatos figuren 11 mujeres, algunas con una amplia trayectoria como defensoras de los derechos humanos, por ejemplo Patricia Olamendi experta del Consejo de derechos humanos de la ONU; a petición del gobierno federal, también se registró Miriam Cárdenas Cantú, a quien respeto, pero que no tiene otro rostro más que el institucional, el rostro de funcionaria, servidora de un sistema político cerrado y de un partido depredador y autoritario, ¿qué ha dicho sobre la masacre de Allende? ¿Acaso como presidenta de la Comisión de derechos humanos  de la Cámara baja se pronunció en estos días por las matanzas y desapariciones de Tlatlaya, Ayotzinapa, los 36 cadáveres de migrantes abandonados en el desierto de Altar, Sonora?, no hay que preguntarse en qué lado y con quienes ha estado aliada en todas sus funciones públicas.

Cádenas Cantú, ahora con licencia, sabe que al haber sido magistrada del Poder Judicial de Coahuila, para permanecer como diputada federal los diputados locales violaron la Ley  Orgánica del Poder Judicial (Art. 164), al concederle licencia indefinida para terminar su periodo parlamentario cuando la propia ley lo prohíbe; por si fuera poco, como presidenta de la Comisión de derechos humanos de la Cámara de diputados, fue increpada duramente por algunos de sus pares reclamándole que nunca concretó la exigencia para que compareciera Raúl Plascencia Villanueva, como es su obligación, para que rindiera cuentas ante los diputados sobre las violaciones a derechos humanos que se han presentado en la gestión de Peña Nieto, los diputados de oposición calificaron de omisa y gris la gestión de la ahora ex diputada,  a la que además atribuyen el haber congelado las leyes reglamentarias de la reforma constitucional en materia de derechos humanos, asilo y refugio, suspensión y restricción de garantías y expulsión de extranjeros.

La ex diputada es del círculo íntimo de amigos de Rubén Moreira, fue su condiscípula en  la Facultad de Jurisprudencia de la UA de C y su heredera de la Comisión de  derechos humanos en la LXII Legislatura; de hecho su inocultable militancia en el PRI es un obstáculo señalado en la Constitución para ocupar dicho cargo, aunque ya sabemos que por encima de las leyes, está la voluntad presidencial, ésa es la que da y quita.

Ante los vacíos de poder y la profunda crisis de derechos humanos, ante una impunidad sin límites este país necesita con urgencia una o un verdadero ombusdsman, defensor del pueblo que sea realmente autónomo, transparente e imparcial. ¡Senadores es su oportunidad! 


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