viernes, 23 de enero de 2015

La política del disimulo

Horizonte ciudadano

Rosa Esther Beltrán Enríquez

El disimulo como estrategia

“De la seguridad me encargo yo”. “Coahuila está blindado contra el crimen organizado” Éstas son frases célebres que quedarán para la historia del moreirato, aunque la realidad se empeña en contradecir al que se dice gobernador, vea los crímenes en La Laguna; el señor Moreira prefiere emigrar de nuevo a Asia, aunque sea por unos días y tomarse un respiro para armar nuevos escenarios que le permitan sobrevivir un año más en el puesto que ocupa arrastrando corrupción e ineficiencias, las que encubre mediante mascaradas que tarde o temprano la realidad se encarga de desmoronar.

Esta semana el diputado del PRI Luis Gurza Jaidar propuso la  creación de oootra comisión especial para el análisis del impacto de la deuda pública contraída en el período 2005-2011 del gobierno del Estado, la historia se repite.

Después de su 2° Informe de Gobierno Rubén Moreira propuso que se creara la “primera comisión” legislativa para investigar las condiciones en que se fincó la multimillonaria deuda de Coahuila y conocer su impacto financiero; entonces Rubén Moreira consideró ante los legisladores locales que si bien la magnitud de la deuda no se justifica, menos aún por la forma en que se consiguió; el grupo legislativo se estableció el 21 de enero de 2014 con el ostentoso nombre de: “Comisión para el análisis del impacto de la deuda pública contraída en el período constitucional 2005-2011 del Gobierno del Estado de Coahuila”.

Los resultados de esa pomposa comisión ya se conocen, fue una estrategia demagógica denunciada por el ex diputado panita Fernando Gutiérrez, quien renunció a su pertenencia notificando que no podía prestarse a la simulación y que no se habían cumplido las expectativas porque las autoridades se negaron a proporcionar la información necesaria. ¿Más claro?
Y ahora qué pretenden los diputados priistas de la sexagésima Legislatura y sus aliados satélites con la nueva comisión; lo evidente es que necesitan atar los cabos sueltos que aun pudieran quedar del mega fraude para encubrir y “proteger” a sus congéneres, llámense Humberto y Rubén Moreira, Jorge Torres, Javier Villarreal o  Ismael Ramos, principal artífice del camuflaje. ¿Creen que engañan a alguien?

El desfalco al Ficrea es otro pantano en el que se hunde Gregorio Pérez Mata, Presidente del Tribunal Superior de Justicia del Estado de Coahuila (TSJEC) y amigo íntimo de Rubén Moreira. Pérez Mata ha puesto al TSJEC en riesgo de perder 92 millones de pesos del Fondo de Mejoramiento para la Administración de la Justicia que depositó en Ficrea, lo que expone a ese Tribunal a enfrentar serios problemas porque los recursos estaban destinados para infraestructura o  para reintegrarlo a inculpados en delitos  y que reciban una sentencia absolutoria. El flamante presidente del TSJEC ya fue advertido por la Auditoría Superior del Estado (ASE) de que sí existe responsabilidad del Tribunal por tratarse de recursos públicos que no debieron ser invertidos. Sin embargo, hay que tener en cuenta que la ASE ha sido parcial en cuanto a fincar responsabilidades a los funcionarios del moreirato. Además, el Foro de Abogados de Saltillo, demandó que Pérez Mata renuncie al cargo para que se aclare el problema que creo en Ficrea, si el funcionario tuviera una pizca de ética ya habría dimitido.

Una buena. El senador panista Luis Fernando Salazar logró que un  Tribunal Colegiado federal admitiera un recurso de amparo con el que se propone frenar la ilegal contratación de 2, 500 millones de pesos de deuda pública con los que el gobierno de Rubén Moreira pretende pagar a proveedores, de ganarse el amparo podría llegarse hasta a anular el crédito.
Coahuila está envuelto en una maraña de corrupción que el gobierno de Moreira hace hasta lo imposible por encubrir con delirante esquizofrenia. Detengamos este embate.






jueves, 15 de enero de 2015

Scherer, ausencia que duele

Scherer, ausencia que duele

De Excélsior a Proceso, don Julio Scherer, que ahora descansa en paz, blandió inmisericorde las armas de la libertad de expresión y de la crítica. Cinco meses después de su expulsión de Excélsior, Scherer con un grupo de lo más selecto de  la intelectualidad mexicana, fundó la revista que hasta ahora es el referente imprescindible de la vida nacional, Proceso.

Esa revista publicó en su editorial del primer número del 6 de noviembre de 1976...”Esta publicación surge, entre dificultades, remontadas penosamente, al calor de la lucha por la libertad de expresión, lucha perene entre la prensa que busca ser responsable y el poder que no se ciñe a la legitimidad”. Sí, las dificultades no fueron menores, el papel para la impresión del semanario les fue negado por el monopolio estatal PIPSA encargado de la compra de papel y  de su producción y distribución del destinado específicamente a los periódicos.

“Este semanario nace de la contradicción entre el afán de someter a los escritores públicos y la decisión de éstos de ejercer su libertad y dignidad. Estas prendas valen en tanto posibiliten el que a través  de ellas se expresen los que no pueden hacerlo de otro modo….En sí mismo Proceso es un acto de confianza en la capacidad de nuestra sociedad para madurar como nación”. Me pregunto, en qué medida la sociedad mexicana actual ha satisfecho esas expectativas del semanario que pronto cumplirá 40 años sin claudicar en sus propósitos, el editorial agrega. ...es importante contribuir a que la nación se conozca a sí misma para que a partir de su propia conciencia pueda delinear su porvenir justo y libre”. 

En ese primer número Proceso publicó en su portada una revisión exhaustiva del sexenio exánime de Echevarría: El sexenio. Las palabras y los hechos; además, Cosío Villegas. Memorias de un Disidente y también, Libre expresión: De Excélsior a Proceso.

La revista fue radicalmente crítica por las contradicciones entre las promesas y los hechos del régimen de Echeverría, porque éste prometió detener la tasa de crecimiento del endeudamiento externo, pero éste creció y el peso se devaluó más del 100 por ciento; también ofreció esclarecer los hechos del 10 de junio, pero nunca lo hizo, entre muchas promesas incumplidas, simplemente fue un gobierno priista más y Proceso lo certificó.

En ese mismo número se publicó  la crónica sobre el movimiento popular independiente de los poblados laguneros de San Pedro de las Colonias, Francisco I. Madero y Torreón que provocó, en octubre de ese año el enfrentamiento entre el gobierno de Oscar Flores Tapia y la diócesis a cargo del obispo Fernando Romo Gutiérrez. En el conflicto medió el obispo Samuel Ruíz e intervino también don Sergio Méndez Arceo, quienes se solidarizaron con los clérigos y colonos, aunque  el episcopado de México informó no estar enterado de lo que ocurría en Coahuila.  El conflicto se extendió  y los estudiantes de Universidad Autónoma de Coahuila se solidarizaron también con el movimiento, informó Proceso.

En el primer número de Proceso participó el caricaturista Abel Quezada, con su cartón: El adulador automático. Entre los editorialistas estaban Heberto Castillo, con su colaboración: Esperar tiempos mejores. Pablo Latapí  con: Dos momentos del tiempo mexicano. Ricardo Garibay, con su columna, Descrédito público.

 Don Julio fue y seguirá siendo un ideal para el periodismo mexicano, el reverso de la corrupción, de los periodistas cooptados, porque hasta la última hora de su vida fue nada más un reportero atenido al dato, el símbolo más sólido de la prensa independiente, inspirador de cientos de jóvenes comunicadores que arrastrados por su ejemplo irrumpieron  en los periódicos en los últimos 30 años.

Sin duda Scherer fue un ave original en un mundo de comunicadores corrompidos por el poder del dinero. Su independencia no fue un camino fácil, porque entonces la crítica periodística era la excepción pues desde los años cuarenta la información periodística  se enrareció y se distorsionó: En la mano que pide, en la mano que soborna, en la mano que recibe, en la mano que golpea. En la insana relación prensa-gobierno en la que se mezclan los intereses  económicos, políticos y aun facciosos, locales, regionales y nacionales que utilizan los medios impresos como instrumentos de influencia o de presión, se trata de una prensa domesticada en su mayoría y de un público que por igual desconfía de la prensa y del gobierno. Scherer luchó afanosamente por la libertad, siempre sin doblegarse, esa era la sustancia de su vida y es su herencia. Por eso dijo, “La libertad es una lumbre que necesita muchas lumbres para ser lumbre verdadera”.

Miles de mexicanos lamentamos la pérdida de Julio Scherer García, que se suma a otras, de los grandes mexicanos, 2010 partió Carlos Montemayor y, en el verano, Carlos Monsiváis. En el otoño del 2011 nos dejó Miguel Ángel Granados Chapa y, el año siguiente, Jorge Carpizo y Carlos Fuentes. En 2013, se fue José María Pérez Gay, y el año pasado partieron José Emilio Pacheco, Luis Villoro, Gabriel García Márquez, Arnaldo Córdova y, al final, Vicente Leñero. Ahora, apenas al despuntar el año, Julio Scherer. En cualquier momento y en cualquier lugar, la ausencia de seres de esa estatura y talla es una pena, si Scherer hubiera vivido en Coahuila , el Moreirato con su megadeuda se habría enfrentado a un gigante, incapaz de claudicar ni de guardar silencio ante las mentiras de esa familia.

Si usted se pregunta de dónde he obtenido las citas textuales del primer número de la revista Proceso. Le digo que no acudí a la hemeroteca digital del semanario, no, fui al Archivo Municipal de Saltillo, porque sé que ahí está esta revista, desde el primer número donada por un grupo de académicos e intelectuales saltillenses que  creen, con don Julio Scherer que, “El periodismo ha de ser crítico y exacto, como el bisturí”.

La prensa internacional  también  se ocupó del deceso de don Julio Scherer comentando que él abrió las puertas del periodismo moderno (The New Yorker, The  New York Times). 

miércoles, 7 de enero de 2015

Propaganda política, derroche sin límites


Propaganda política, derroche sin límites

Rosa Esther Beltrán Enríquez

Por fin algunos medios de comunicación abordan sin tapujos el dispendio que se permite el gobierno de Enrique Peña Nieto y los gobiernos estatales para publicitar su imagen. 

Amparados en un marco normativo que facilita la opacidad y los excesos, los gobiernos federal y estatales destinan cerca de 12 mil millones de pesos anuales a publicidad, así lo muestra el informe divulgado por el Centro de Investigación y Análisis, Fundar en el que se advierte sobre la “censura oficial indirecta”, mecanismo que consiste en presionar para influir en la cobertura de noticias y modular el panorama mediático o las líneas editoriales de los medios, a través de una asignación sesgada y opaca de la publicidad gubernamental (Reforma 6-1-15).

En la investigación se analiza el gasto que ejerció el Ejecutivo federal en su primer año (2013) y según el estudio la administración federal centralizada y paraestatal gastó 4 mil 195 millones de pesos en publicidad. Las secretarías de Turismo, Hacienda y Energía fueron las que más gastaron. En 2014 el gasto se elevó a mil 908 millones de pesos en el mismo lapso.

El dinero público que “invierten” tanto el Gobierno Federal como los estatales en publicidad, no tiene ninguna indicación clara de que el gasto sea eficaz o llegue a los grupos a los que está destinado, subraya el informe de Fundar. “La distribución del gasto en publicidad oficial privilegia a  la televisión, que concentra 33 por ciento del gasto, lo que equivale a mil 392 millones de pesos. En segundo lugar se encuentra la prensa escrita, con el 18 por ciento, que equivale a 736 millones de pesos, y en tercer lugar la radio con el 14 por ciento, equivalente a 584 millones de pesos”, mientras internet mantuvo un estatus marginal, agrega el informe. En el mismo sentido, se estima que diariamente el Gobierno Federal gasta 6.3 millones de pesos en promocionarse.

Lo que se advierte con claridad es la discrecionalidad con la que los gobiernos gastan nuestros impuestos, lo que usted les entrega de su salario, pero lo que ellos necesitan es promover su imagen, comprar complacencia, por eso lo he dicho en repetidas ocasiones, la complacencia mediática es corrupción. 

Tras la discrecionalidad y la falta de regulación de miles de millones de pesos de dinero público que se usa como premio o castigo está una censura sutil, prácticas que limitan al periodismo en cuanto a la libertad de expresión y también el derecho a la información de la ciudadanía.

Como bien lo dice Darío Ramírez, director de la organización Artículo 19, “es evidente el total despilfarro y el despojo que significa el gasto de ese dinero”. 

La política de comunicación de Peña Nieto y su nuevo PRI es rapaz, semejante a la de Rubén Moreira; el control mediático de los gobiernos priístas hasta ahora ha sido drástico mediante la cooptación, el control y la intimidación sobre todo a los disidentes.

 El gobierno de Peña Nieto detiene o suelta pagos a medios, premios o castigos según la información convenga o no a sus intereses, así se aplica la censura oficial indirecta.

La corrupción mediática es un hecho agobiante promovido por Peña Nieto y los gobiernos estatales, ellos necesitan de esa política de comunicación para sofocar y controlar la crítica y ocultar la corrupción que les ayuda a mantenerse en el poder. 

Hace algunos meses, la organización Fundar envió una carta al Senado de la República para que antes de que se aprobara la Reforma Política se incluyera un artículo transitorio para que se expidiera una Ley General sobre propaganda gubernamental que regulara el artículo 134 de la Constitución a fin de que la publicidad oficial tuviera un uso regulado y limitado, pero la demanda no fue atendida, nada pasó, y nuestros impuestos se dilapidan en un barril sin fondo de propaganda oficial.