viernes, 3 de abril de 2009

Salarios presidenciales

Publicado en VANGUADIA


Abril 3 de 2009

Horizonte ciudadano

Rosa Esther Beltrán Enríquez

En los años ochenta, Heberto Castillo, entonces líder del Partido Mexicano de los Trabajadores, acuñó una frase afortunada: “Salario mínimo al presidente para que vea lo que se siente”, ahora ocurrió precisamente lo contrario, el presidente tendrá el salario máximo de todos los funcionarios públicos de cualquier nivel.
En las campañas electorales para la presidencia de la República del año 2000, Porfirio Muñoz Ledo, candidato a la presidencia por el ya extinto PARM, propuso establecer límites a las percepciones de funcionarios públicos y las pensiones de los altos funcionarios, mediante topes a sus salarios y a las percepciones adiciones derivadas de su cargo, con ello se evitaría la concentración de ingresos a cargo del erario público.
Igualmente, propuso homologar los sueldos de los funcionarios de las secretarías ya que se presentan disparidades importantes en las percepciones entre ellas y personal del mismo rango.
Por supuesto que nadie lo atendió, más bien se catalogó como una propuesta exótica y socializante y rápidamente quedó en el olvido. Fue hasta 7 años después que la fracción parlamentaria del PRD la puso de nuevo sobre la mesa de las discusiones del Congreso de la Unión, el Senado la aprobó en marzo del 2007, con ella se buscaba que todas las percepciones de un servidor público contaran en el total, incluso los ingresos en especie, de tal manera que se pudieran transparentar los sueldos y se supiera con precisión cuánto gana cada quien, que nadie ganara más que el Jefe del Ejecutivo, pero la reforma fue enviada a dormir el sueño de los justos a la congeladora.
El presidencialismo salarial fue resucitado en esta legislatura que está por expirar, de manera que el martes pasado la Cámara de Diputados aprobó en lo general y en lo particular, por 365 votos a favor, uno en contra y dos abstenciones, la Ley de Salarios Máximos.
Con ella se espera poner fin a los excesos salariales de los servidores públicos. La propuesta de reformas constitucionales se turnará al Senado de la República para su aprobación -por ser esta ley diferente a la que antes había aprobado la Cámara alta- y, de ser avalada, pasará a los Congresos locales, para que la aprueben la mitad más uno y al final que el Ejecutivo la publique.
Como suelen hacer los legisladores de este país, la cacareada Reforma quedó “mocha”, ya que los diputados federales de todos los partidos reconocieron limitantes en nueva ley, porque deja en manos de la siguiente legislatura la aprobación de los tabuladores salariales de todas las dependencias y poderes de la Unión, además, por derechos constitucionales, los altos rangos de los órganos autónomos así como del Poder Judicial, no verán reducidos sus sueldos. O sea, ¡mucho ruido y pocas nueces! Se quedan intactos los privilegios del Poder Judicial.
Las buenas intenciones de frenar las ambiciones se quedaron cortas. Felipe Calderón recibe un salario bruto de 277 mil 429 pesos (S. Aguayo, 1, 04, 09), ojalá al asignar los nuevos salarios no se pongan 10 pesos menos de esa cantidad como ya hicieron los consejeros del IFE con Luis Carlos Ugalde, porque de simulación estamos hasta el gorro.
Así las cosas, ¿usted les cree a los políticos mexicanos? Habrá que estar atentos, pero es probable que las próximas fracciones legislativas “se olviden” de nuevo de la flamante ley del presidencialismo salarial y la generosidad seguirá derramándose a favor de la alta burocracia cuya sed de dinero es insaciable.
Algunos ejemplos podrían ilustrar la insaciabilidad de los altos funcionarios públicos: en el municipio de Ecatepec en 2001, en el cabildo de origen panista los regidores ganaban más de 300 mil pesos y el presiente municipal se asignó 400 mil de salario, el espacio no da para agregar datos ominosos.
En Coahuila hemos sido testigos de la manga ancha que exhiben los diputados cuando se asignan los bonos de marcha, los aguinaldos, los bonos por comisiones, etc. y en la pasada legislatura se les “olvidó” regularlos, a pesar de que había sido un ofrecimiento de Humberto Moreira al llegar a la gubernatura. Así son de amnésicos.
Otro ejemplo que ilustra el derroche sin posibilidades de regulación es el de la propaganda política, Felipe Calderón ha destinado miles de millones de pesos para publicitar sus políticas públicas y localmente, ese es un hoyo negro inescrutable, mejor ahí lo dejamos, no sea que se vaya a enojar el Big Brother y entonces sí se arma, aunque él está de regocijo porque será diputado, su sueño.
Posdata
Si sale usted de vacaciones cuídese y cuide a los suyos, recuerde Saltillo le necesita saludable y feliz.

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